En primer lugar, nos presentamos: somos Irene Alejandre y María Olmedo, estudiantes de Enfermería y de Educación Social, respectivamente.
Realizamos el curso de voluntariado de Acción Verapaz este año y, tras terminar la formación de Verapaz, estábamos con muchas ganas e ilusión de vivir la experiencia en primera persona y poder conocer a fondo una obra social. Finalmente nos decidimos por la Fundación Dorotea Carrión, ubicada en Loja, Ecuador. La razón por la que escogimos ir allí, fue porque reunía las características necesarias para que ambas nos sintiéramos cómodas, y pudiéramos aportar nuestros conocimientos.
Tras un largo viaje, llegamos a Guayaquil el 28 de junio. Nos encontrábamos al otro lado del charco, con muchas expectativas, incertidumbres e ilusiones. Esta ciudad costera, la segunda más importante del país, es, sin nosotras saberlo de antemano, una de las más peligrosas. De ahí que nuestras primeras horas en el país fueran bastante agobiantes, caóticas e inseguras. Gracias a la generosidad de una laica que nos abrió las puertas de su casa nos sentimos protegidas dentro del peligro. Estas primeras horas fueron más que suficientes para darnos cuenta de las grandes diferencias culturales a las que nos íbamos a enfrentar.
La Fundación Dorotea Carrión consta de tres proyectos: Centro de Acogida, Erradicación del Trabajo Infantil (ETI) y Apoyo y Custodia Familiar. Las hermanas decidieron que donde mejor íbamos a encajar era en los proyectos de ETI y en Apoyo y Custodia Familiar; cada uno de ellos compuestos por cuatro profesionales (Trabajadora Social, Psicóloga y dos promotoras).
La fundación está dirigida por las Dominicas de la Enseñanza de la Inmaculada Concepción. La hermana Vicenta Alejandro, es la responsable de los proyectos de ETI y Apoyo y Custodia Familiar; mientras que la hermana Nancy se encarga del Centro de Acogida.
El primer proyecto, ETI, realiza intervenciones y seguimiento a las familias, con el objetivo de que sean conscientes de que sus hijos no deben estar vendiendo en la calle.
Por otro lado, Apoyo y Custodia Familiar se centra en acompañar y reeducar a familias que se encuentran en pobreza extrema.
Nuestro papel como voluntarias iba variando: dábamos nuestro apoyo en lo que nos necesitaran, ya fuera realizar una visita familiar, hacer un abordaje o preparar actividades para las colonias (campamentos). Nos alojábamos en la fundación, donde convivimos con las niñas del centro. El 98% de los casos se debían a que habían recibido abusos, maltratos, violaciones… Estas niñas se encontraban en situaciones familiares muy complejas. Nos impactó mucho el sufrimiento y las experiencias que han tenido que vivir estas menores. No era raro que tuvieran traumas, comportamientos desequilibrados, incluso que intentarán escaparse de la fundación. A ambas nos sorprendió que, en la mayoría de los casos, fueran los propios miembros de la familia quienes ejerciesen dicha violencia de género.
De esta experiencia nos llevamos muchos aprendizajes, pero, sin duda, destacamos la generosidad y humildad con la que los ecuatorianos nos acogieron. Ellos y ellas no esperaban nada a cambio, simplemente deseaban que nos sintiéramos como en casa. Sin tener ni baño, ni agua, ni luz, compartían contigo lo que tuvieran en casa ese día. Por primera vez hemos puesto cara a la pobreza. Esto nos ha hecho ser más empáticas, valorar la suerte que tenemos de haber nacido en un contexto tan diferente, saber enfrentarnos a situaciones complicadas, conocernos a nosotras mismas…
Ecuador ha sido un continuo aprendizaje, donde hemos vivido las experiencias más gratificantes, bonitas y complejas de toda nuestra vida. Nos sentimos muy afortunadas con lo vivido y agradecidas a las hermanas dominicas y a Acción Verapaz, por habernos acompañado en este camino.
Y aquí os lo contamos con nuestra propia voz, en una pequeña entrevista:
Irene Alejandre y María Olmedo
Voluntarias de Acción Verapaz