BURKINA FASO:
¿REVOLUCIÓN EN EL CORAZÓN DE ÁFRICA?
Dirigió el 30 de septiembre de 2022 un golpe de estado, contra el prooccidental presidente Damiba. Desde entonces preside la Junta Militar que gobierna el país. Se llama Ibrahim Traoré, es capitán y tiene 38 años. Es el presidente más joven de África, y ya mucha gente comienza a tomarle en serio.
Burkina Faso tiene 274.000 kilómetros cuadrados (algo más de la mitad de España). Se sitúa en África Occidental y forma parte del Sahel, esos nueve países (Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán y Eritrea) que forman una franja al sur del desierto del Sahara. Tiene 22 millones de habitantes.
Su golpe de Estado fue reconocido por millones de africanos como un acto de patriotismo y un llamado urgente a proteger al pueblo de Burkina Faso del caos, la inseguridad y el saqueo que durante años ha dejado el neocolonialismo y sus redes internas de corrupción. Pero Traoré no ha blindado su poder, ni ha cerrado medios críticos, ni ha perseguido a la oposición…
La economía de Burkina Faso ha girado en torno al oro, que representa más del 80% de sus exportaciones, aunque también produce manganeso, fosfatos, bauxita, cobre, níquel, plomo, zinc, piedra caliza y mármol. Es el décimo tercer productor mundial de oro, con una producción anual de 100 toneladas, equivalente a unos 6.000 millones de dólares, que hasta 2023 casi solo beneficiaban a empresas extranjeras, sobre todo a la Endeavor Mining (Canadá) y a la Lilium Mining (Estados Unidos).
Pese a esas riquezas, Burkina Faso ocupa el lugar 174 de 196, en el ránking de naciones por renta per cápita.
Traoré y los suyos instauraron un régimen soberanista, anticolonialista y antiimperialista, con vocación panafricana. Está empeñado en sacar adelante un proyecto soberano y de justicia social, en contra de los viejos poderes coloniales. Una de sus primeras medidas fue reducir un 30% los salarios de ministros y parlamentarios y aumentar un 50% los de los funcionarios públicos.
El gobierno de Traoré ha recuperado el control sobre sus principales minas de oro, hasta ahora en manos de corporaciones occidentales. Ha creado una corporación minera estatal para controlar la explotación y exportación, y ha creado una refinería de oro, para sacarle mejor rentabilidad.
Actualmente lleva a cabo un plan millonario de inversiones para impulsar la producción de arroz, maíz, patatas, trigo, pescado, carne, aves de corral y mango, que creará 100.000 puestos de trabajo para jóvenes, mujeres y desplazados internos y reducirá drásticamente las importaciones. Ha distribuido más de 400 tractores, 239 cultivadoras, 710 motobombas y 714 motocicletas a los productores rurales, y les ha facilitado el acceso a semillas mejoradas y otros insumos agrícolas, lo que le ha permitido aumentar significativamente la producción de cultivos clave, como el tomate o el mijo. Ha creado dos plantas de procesamiento de tomates y una segunda planta procesadora de algodón. Ha impulsado la construcción de carreteras y de un nuevo aeropuerto en la capital Uagadugú.
Las medidas adoptadas redundan en una mayor calidad de vida para su población y una mejor redistribución de la riqueza nacional. En 2023 su producto interior bruto creció un 3% y en 2024 un 5%..
En la época colonial, los franceses impusieron el cultivo de productos que interesaban a la metrópoli, sin tomar en cuenta las necesidades alimentarias locales. El esquema no varió con la independencia en 1960, y el país siguió dependiendo de las importaciones de alimentos y la ayuda internacional.
Traoré ha debido enfrentar ya varios intentos de golpe de Estado y amenazas de intervención exterior (de lo que no hablan los medios de Occidente). Por ello, Traoré ha limitado la influencia de las potencias occidentales en su país, como una cuestión de soberanía nacional. En 2023 expulsó a las fuerzas militares francesas, por ser ineficientes en el combate al yihadismo y dedicarse a proteger los intereses franceses. (También las han expulsado Mali, Chad, Senegal, Níger y Costa de Marfil).
Ha rechazado préstamos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, y ha roto la dependencia financiera con Europa y los Estados Unidos. Sin embargo, ha fortalecido lazos con Rusia en materia económica y de seguridad, incluyendo un acuerdo para la construcción de una central nuclear en el país, y con China, que realiza inversiones en territorio burkinés.
El país, como gran parte de la región del Sahel, está inmerso en una amarga batalla contra grupos islamistas bien armados, que proliferaron tras la intervención de la OTAN en Libia en 2011. Desde entonces, Libia se ha convertido en un exportador del extremismo, desestabilizando la región. Más de mil personas perdieron la vida en Burkina Faso, a manos de estos grupos en 2024.
En Septiembre de 2023, junto con Mali y Níger, también liderados por juntas militares, han creado la Alianza de Estados del Sahel, para defender sus pueblos del terrorismo, de la injerencia externa y de la fragmentación étnica alimentada desde afuera. Es un llamado a la unidad panafricanista como único camino hacia el desarrollo real. Ibrahim Traoré dice que África lleva demasiado tiempo siendo un continente de saqueo, laboratorio de guerras y vertedero de promesas, y sueña con una África unida con una moneda común, un banco confederal de inversión, un pasaporte panafricano que facilite el libre tránsito por la región y una voz que hable por fin desde dentro, no dictada desde fuera.
Para millones de jóvenes burkineses y africanos, este joven capitán se ha erguido como símbolo de esperanza y resistencia, un líder que ha revivido los ideales de otros líderes africanos ya desaparecidos: soberanía, justicia, dignidad y libertad. Es decir, lo que les ha sido negado durante siglos.