La ayuda oficial al desarrollo a nivel internacional cayó en 2024 por primera vez en seis años y en 2025 se espera que se desplome un 20%, lo que amenaza décadas de progreso y deja desprotegidos a los más vulnerables frente a la crisis climática. Lo ha advertido un informe de Olivier De Schutter, relator especial de la ONU sobre extrema pobreza y derechos humanos.
País tras país, lamenta el relator, se anuncian recortes significativos en sus presupuestos de ayuda, dando la espalda a la cooperación internacional. “El dinero que antes se destinaba a programas de desarrollo cruciales, ahora se destina al gasto militar y de defensa”, lo que está teniendo un “aterrador efecto dominó, que provoca un retroceso masivo en la lucha contra la pobreza y un agravamiento de la desigualdad global”.
Los recortes en la ayuda global, agrega, se producen en un contexto de agudización de la crisis climática, que destruye los medios de vida y los bienes de las personas en minutos y requiere más protección social. “Sequías, inundaciones, olas de calor, tormentas e incendios forestales se están convirtiendo en la nueva normalidad en todas las regiones. El orden mundial que surgió de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial condujo a una reducción masiva de la pobreza. Hoy, en tan sólo unos meses, estos logros se están tambaleando”.
“Los países de renta baja y los hogares de pocos ingresos, que son quienes menos culpa tienen de la crisis climática, son también quienes más sufren sus consecuencias”, enfatiza, al tiempo que recuerda que más del 90% de la población de esos países carecen de cualquier sistema de protección social: No tienen pensión, ni seguro médico, ni ayuda en caso de desastre…
“No podemos mirar hacia otro lado mientras se destruye en meses lo que costó décadas construir”, sostiene el relator, que conmina a los líderes mundiales a adoptar una postura firme “contra los intentos deplorables de trastocar el orden internacional, ignorar la crisis climática y abandonar a las personas más pobres del mundo”, y les insta a revertir el colapso con mecanismos de financiación innovadores y solidarios.
El presidente de Estados, Unidos Donald Trump, ha clausurado definitivamente la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID). Fue creada en 1961 y durante varias décadas sirvió al gobierno estadounidense para financiar golpes de estado, sabotear a gobiernos democráticos y apoyar a las fuerzas políticas más conservadoras en todo el mundo. Pero también canalizó la financiación a programas sociales en el Sur global en materia de salud, ayuda alimentaria, educación o ayuda en situaciones de emergencia. En 2023, por ejemplo, destinó más de 40.000 millones de euros en esos programas. Según la prestigiosa revista médica The Lancet, la Agencia salvó 92 millones de vidas entre 2001 y 2021
El corte de esa ayuda, unida a otras decisiones similares del Reino Unido, Francia, Países Bajos y otros países, ha provocado la desaparición de programas de distribución de alimentos, de sistemas de agua potable, medicamentos vitales y muchos otros programas y servicios esenciales en muchos países del Sur. Sólo en el sector sanitario han desaparecido casi 50.000 puestos de trabajo. Lo mismo ha pasado con las ayudas a pequeños agricultores.
UNICEF alerta de que la Ayuda Oficial al Desarrollo destinada a educación caerá este año en 3.200 millones de dólares, un 24% menos que en 2023, mientras hay en el mundo 272 millones de niños y jóvenes sin acceso a la escuela, una cifra que crece en contextos de conflicto y crisis humanitarias.

La cooperación internacional se enfrenta al mayor desafío global de las últimas décadas. Las agencias de la ONU y otros programas de ayuda humanitaria se muestran pesimistas frente a la posibilidad de que ese vacío pueda llenarse mediante la cooperación de organizaciones privadas.
Los más de 800 millones de personas que, según la ONU, viven con menos de 1,83 euros al día podrían mejorar sustancialmente sus condiciones de vida, si los gobiernos establecieran leves medidas fiscales, como algunos impuestos a los multimillonarios y sobre la aviación, el transporte marítimo o las transacciones financieras, explica Schutter.
El funcionario de la ONU señala que costaría unos 263.417 millones de euros al año dotar de un sueldo básico a los 26 países más pobres del mundo para financiar la protección social en sus países (desempleo, discapacidad, enfermedad, pensiones…). Es un gasto inasumible para ellos solos, pero asumible para la comunidad internacional. Un impuesto del 2% sobre la riqueza de los 3.000 mayores multimillonarios de todo el mundo sería suficiente para ello. “Y los multimillonarios ni siquiera lo notarían”, dice De Schutter.
Según la ONU, sería posible erradicar el hambre en el mundo en 2030 aportando 93.000 millones de dólares al año (menos del 3,5% de lo que se destina a Defensa).
Por lo que respecta a España, en 2025 destinarán más de 33.123 millones de euros a gasto militar, y solo unos 4.000 millones a Ayuda Oficial al Desarrollo.
Waldo Fernández

