El 10 de diciembre es el Día Internacional de los Derechos Humanos, derechos inherentes y universales que protegen la dignidad de las personas. Estos derechos incluyen necesidades básicas como la vida, la salud, la educación, el trabajo, y libertades civiles y políticas como la opinión, la expresión y la igualdad ante la ley. Son derechos a los que no se puede renunciar ni transferir, derechos humanos fundamentales e inalienables que deben ser protegidos universalmente. Declarar este día fue una respuesta directa a las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. Los derechos humanos son la base de la dignidad, de la libertad y de la justicia para todas las personas, sin importar su origen, su género o sus creencias.
Acción Verapaz lleva 30 años defendiendo los derechos humanos.
El sábado 29 de noviembre convocó un Encuentro para reflexionar y visibilizar realidades donde se violan los derechos humanos. Primero proyectaron un video elaborado desde la Secretaría Técnica que recorría los 30 años de Acción Verapaz y las temáticas de los diferentes Encuentros: crisis financiera, derecho a la salud y protección, derecho a los servicios sociales, democracia real y participación ciudadana,
… Después tres ponentes (Juan Carlos, Rosa y Elisa) hablaron de la realidad del Líbano, de Guatemala, del Congo y de Camerún.
Juan Carlos Fuertes habló del Líbano y del Proyecto Fratelli, un centro socioeducativo dedicado a promover la inclusión de los más vulnerables. En las afueras de Beirut y de Saida ofrecen una segunda oportunidad educativa a niños y niñas refugiados que han huido de la guerra en Siria y de la persecución religiosa en Irak. Los más pequeños recuperan el tiempo perdido debido a la guerra, permitiéndoles integrarse en el sistema escolar. Además, el Proyecto ofrece oportunidades de formación profesional a jóvenes y a madres de los alumnos, que a menudo están solas. Entre las muchas carencias y dificultades que hay en esas poblaciones se encuentra el matrimonio precoz de las niñas sirias, la explotación a las trabajadoras domésticas migrantes de Etiopía y Filipinas, y las disputas entre los refugiados sirios y la población libanesa. Comentó cómo es vivir en el sur del Líbano bajo los bombardeos diarios de Israel. Naciones Unidas dijo recientemente que “nuestro mundo es un mundo en llamas” y en El Líbano lo están sufriendo.
Rosa Alcubilla nos habló de su experiencia en Guatemala tras más de 30 años acompañando a la población rural e indígena en este país que intenta salir adelante después de 36 años de guerra. Guatemala es un país empobrecido por la codicia de los poderosos, lleno de gente pobre a pesar de tener recursos naturales y un vasto patrimonio cultural e histórico. Es un país peligroso, con una tasa de impunidad muy alta. Se criminaliza el trabajo de los defensores de derechos humanos. La defensa del territorio frente a la minería incrementa el número de asesinatos. Actualmente se están matando a más ambientalistas en Guatemala que en México o Brasil. A todo ello se une un racismo brutal, con una media de 700 feminicidios al año, una oligarquía poderosa con ambición y egoísmo, y una dejadez y falta de responsabilidad de los organismos públicos y policiales. En este contexto adverso Acción Verapaz apoya un Proyecto de Becas condicionadas ejemplar, en barrios marginales llenos de violencia. Las familias beneficiadas están realizando cambios en su entorno y están siendo formadas en derechos humanos y justicia.
Elisa Ávila ha pasado varias décadas en África como misionera, ese continente del que nos dice que “le despertó la alegría por resistir”. Comenzó su intervención leyéndonos el poema “Manos que hablan”. Relató sus experiencias, sus trabajos y sus aprendizajes en la República Democrática del Congo y en Camerún. Insistió en que en África Suhsahariana se encuentran los más pobres del mundo. Allí falta todo, afirmó rotundamente Elisa. Puso en valor el papel de la mujer, que siendo la que echa para adelante a la familia, sin embargo, es la que menos se beneficia de las mejoras. El trabajo ingente de las mujeres no está reconocido. Además, comentó que los niños/as tampoco están valorados. Incluso en las acciones de brujería en el Congo, provocadas por la pobreza y la ignorancia, se culpa a los niños y se les echa de la familia. También apuntó que a los albinos, llamados “casi blancos”, se les estima mucho. Para hacernos una idea del nivel de violencia y de riesgo que hay en estos países, narró un duro episodio de agresión a las hermanas, a sus compañeras de misión. A pesar de las dificultades, Elisa sabe que la presencia de las hermanas es muy importante y necesaria, y por ello siguen acompañando a la población y dando formación, sin olvidar nunca la necesidad de transmitir esperanza.
Los tres ponentes agradecieron el trabajo y el apoyo de Acción Verapaz en sus proyectos. El seguimiento y el acompañamiento son fundamentales. En el debate posterior a las ponencias se compartieron muchas ideas valiosas. Se reflexionó sobre la forma de colaborar, pues parte de la población ayuda mientras no se les cuestione. Se estuvo de acuerdo en que hay que seguir concienciando a una sociedad narcotizada por otros intereses y hay que continuar visibilizando realidades del mundo que desconocemos. Se cuestionó si todavía tenemos una mentalidad colonial y racista. En este sentido, se mencionó el tema de los apadrinamientos, que son muy útiles y suponen cambios y transformaciones, pero es cómodo y fácil apadrinar, así que tendríamos que ir más allá, pues la misericordia es fácil ejercerla, pero hay que trabajar por la justicia universal. Es muy sencillo dar económicamente, pero no es tan fácil cambiar (actitudes, hábitos, pensamientos…). Se añadieron comentarios valiosos como: son tiempos de profetismo, tiempos de tejer redes enredándonos con otras causas y personas, y son tiempos de resistir desde la acción transformadora.
Acabamos el Encuentro con los ecos en nuestra mente de la canción “Sólo el amor” de Silvio Rodríguez, que apareció en el video inicial del Encuentro, y con el poema 'Manos' que hablan, que nos relató Elisa, y que nos incita a ser parte de esas manos que construyen. Y hablando de construir, la mayoría coincidió en que hay que continuar apostando, a pesar de la situación actual en el mundo y del desaliento constante, por ser sembradores de esperanza, por crear semillas que germinen.