Reducción del comercio irresponsable de armas

Desde hace muchos años soñábamos con un tratado que regulara el comercio de armas para que el mundo fuera un poco más seguro. Pues bien, por fin, el 24 de diciembre entrará en vigor el Tratado de regulación del comercio de armas, gracias a la ratificación de los últimos 6 países, el 25 de septiembre pasado.

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El tratado se acordó y redactó en abril de 2013 y se abrió a la firma de todos los Estados miembros de Naciones Unidas para convertirlo en ley. Lo firmaron 119 Estados, pero se necesitaba que, al menos 50 de ellos, lo ratificaran en sus países. Esta cifra se alcanzó en septiembre y comenzó la cuenta atrás de 90 días para que su cumplimiento sea obligatorio y tendremos una de las leyes internacionales más esperadas.

Durante dos décadas, diversas organizaciones han desarrollado acciones tenaces y de gran calado a favor de la regulación.

“Esto es un hito en la lucha para acabar con el sufrimiento humano causado por la circulación irresponsable de armas. Antes de que finalice el año habrá unas normas globales firmes para impedir que las armas vayan a parar a manos de quienes cometen abusos.” Salil Shetty –Secretario General de AI-

El comercio de armas desregulado menoscaba el desarrollo socioeconómico. Se estima que los enfrentamientos armados le cuestan a África 18.000 millones de dólares al año, aproximadamente. Esto equivale a prácticamente el total de la ayuda al desarrollo que recibe el continente.

El Departamento del Comercio de Estados Unidos calcula que la corrupción en la industria armamentística representa el 50% de todas las transacciones mundiales ligadas a la corrupción, a pesar de que el valor de las armas comercializadas anualmente no excede el 1% del comercio mundial. La corrupción y los sobornos generan unos elevados costes transaccionales y ocultos que, a menudo, representan un alto porcentaje del valor contractual total para las empresas (Transparency International: Preventing Corruption in the Official Arms Trade, 30 de abril de 2006).

Somos conscientes de que no supondrá “el gran milagro” para la paz, pero tampoco nos cabe duda de que reducirá mucho sufrimiento. Es bueno que celebremos este acontecimiento; la próxima Navidad va a ser un poquito más esperanzadora de lo que creíamos.