ERRADICAR LA POBREZA EXTREMA Y EL HAMBRE

PRIMER OBJETIVO DEL MILENIO: ERRADICAR LA POBREZA EXTREMA Y EL HAMBRE

Los objetivos del milenio son ocho metas que asumieron 189 países miembros de las Naciones Unidas y consistente en alcanzarlas para el año 2015. Dentro de este primer objetivo el primer punto era éste: Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas que sufren hambre.

¿Cuál es el grado de cumplimiento del primer punto del primer objetivo para este milenio?

La respuesta no es, por desgracia, demasiado optimista. A dos años de la fecha fijada para el cumplimiento de este primer compromiso de reducir a la mitad la proporción de personas que sufren hambre, todo indica que no se va a cumplir.

A comienzos de este año, según las informaciones que proporcionan los organismos especializados de la ONU, los hechos son éstos:

  • Pese a que el número de personas con hambre crónica disminuyó en 130 millones durante las dos últimas décadas, unos 870 millones, es decir uno de cada ocho habitantes del mundo, siguen sufriendo ese flagelo.
  • Las proyecciones de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que en los países en vías en desarrollo la desnutrición se redujo de 23,2% a 14,9% de 1990 a 2010. Pero el ritmo de estos avances se ha tornado más lento después de 2008.

Por eso, al día de hoy sigue siendo cierto lo siguiente:

  • El hambre constituye el principal riesgo para la salud y causa más muertes por año que el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntos.
  • Además, es responsable de la tercera parte de los decesos de niños menores de cinco años en los países pobres.

Y todo esto resulta más indignante cuando El Programa Mundial de Alimentos (PMA) afirma que todas estas tragedias podrían evitarse y recuerda que las vitaminas y nutrientes para que un niño crezca sano cuestan apenas 25 centavos de dólar diarios.

Indignarse y denunciar estos hechos es legítimo, pero insuficiente. Es necesario, además, conocer y apoyar aquellas iniciativas y prácticas encaminadas a revertir este proceso. Una de ellas es el avance hacia la soberanía alimentaria. ¿Qué significa esto?

La soberanía alimentaria es un concepto introducido en 1996 por Vía Campesina en Roma, con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Reivindica la facultad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria. Ello implica la protección del mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos en el mercado internacional, y contra la práctica del dumping (venta por debajo de los costos de producción).

Este nuevo concepto rompe con la organización actual de los mercados agrícolas puesta en práctica por la OMC. En contraste con la seguridad alimentaria definida por la FAO, que se centra en la disponibilidad de alimentos, la soberanía alimentaria incide también en la importancia del modo de producción de los alimentos y su origen. Resalta la relación que tiene la importación de alimentos baratos en el debilitamiento de la producción y población agraria locales.

Finalmente, está propuesta no es un sueño irrealizable, sino que va siendo confirmada por experiencias que en diversos lugares y países se están llevando a cabo, que están mostrando ser viables, rentables y capaces de proporcionar condiciones de vida digas y humanas a una población campesina mucho más numerosa de la que permite el modelo dominante de explotación agraria basada en los postulados capitalistas.

Entre el 1 y el 3 de julio de 2011 el Encuentro Anual de Formación de Acción Verapaz versó sobre este tema de la Soberanía alimentaria. Jeromo Aguado nos acompañó en la reflexión teórica que tuvimos en Valladolid, lugar del Encuentro, y actúa de guía al día siguiente en el conocimiento de una experiencia, de la que es protagonista y animador, que va en esta dirección y funciona en un pueblecito de la Provincia de Palencia, Amayuelas de Abajo.

Insistir en el conocimiento y apoyo a este tipo de experiencias no es mal antídoto frente a los dañinos efectos de la crisis económica, que está afectando directamente las condiciones de vida de mucha gente e indirectamente a la confianza en el futuro de muchas más.